Los ilusionistas del poder


Guillermo A. Maci

Letra Viva

272 páginas

978-950-649-262-5




Hoy se hace indispensable recuperar el poder político respecto a las tergiversaciones que lo transforman en un argumento en el cual basar las prerrogativas del poder de dominación ejercido por un grupo sobre otro u otros. Y esto presupone la vigencia de la ley y una autoridad de Estado que se base en ella. No basta la sola ley moral ni es válido utilizarla como base exclusiva de la justicia, pues se la puede tergiversar y usar la moral contra la moral misma. La transposición o transpolación del código mediante un uso o aplicación fuera del dominio que le corresponde, son la base de la tergiversación de todos los valores. Esta es la idea que el filósofo y psicólogo Guillermo Maci desarrolla en su nuevo libro Los ilusionistas del poder (Letra Viva, 2009).

Justamente, el abordaje desde ambas disciplinas es lo que le permite analizar de una manera innovadora las crisis políticas que caracterizan a muchos de los sistemas actuales. Según el autor, la responsabilidad moral depende de un compromiso personal, más allá del pacto social de convivencia, y pone a prueba el valor de cada uno de sus integrantes en la relación con los otros. Pero no garantiza el acatamiento al orden legal que se impone a todos por igual (igualdad ante la ley). Nadie es mejor o peor por respetar la ley, sino que se hace responsable ante los otros, instituidos como autoridad, de hecho o no, con las consiguientes penalidades.

La ley moral condena personalmente, la ley jurídica lo hace públicamente. No pone como condición el ser bueno o malo, sino el acatamiento forzoso, más allá del bien y del mal. La ley moral nos enfrenta al juicio de la conciencia moral, la ley jurídica nos enfrenta a la autoridad del estado político. La moralidad no basta para justificar el poder político, porque éste requiere una autoridad suprapersonal, así como a la inversa no basta ser un buen ciudadano para ser un hombre moral. La política que usa a la moral como argumento termina por perseguir y justificar la persecución del ciudadano por razones ajenas a la ley y a la legítima autoridad del Estado, como ha ocurrido tanto en el Estado nazi como en el Estado soviético comunista.

Entre otras cuestiones, en esta novedad editorial Guillermo Maci analiza la utilización de la apariencia como recurso defensivo y desarrolla la forma en que actúa el poder de la imagen: “Cuanto mayor es el empeño en asumir como propia una imagen de prestigio, el que actúa se hace más esclavo de ella, invadido por el personaje que le impone estar en esta escena bajo el rol que creía haber elegido a su arbitrio”. Tal como plantea Maci, “es esta es la paradoja del poder de las máscaras: se apropia del que pretendía usarlas”.

De esta manera, el hombre termina siendo un súbdito del poder que él mismo se impuso al aceptarlo ciegamente. Como “el discurso del hombre a la defensiva es la moderna visión del terrorismo interior de la propia imagen”, el discurso del poder imaginario es la retórica de una coartada, la que efectúa la imagen que inviste el poder.

El poder está en todo lo que existe y puede ser una aspiración constante, no sólo en el sentido de dominar, sino que muchas veces hasta logra ser una exigencia con uno mismo. Al querer vernos como sospechamos que los otros esperan que seamos para ganar así en estima y aceptación, hemos transformado nuestra vida en el ejercicio demoledor de “cómo ser visto”, renunciando a ser “yo” en mi verdad, mis valores, mis condiciones. Este “hombre de mercado” comprable y vendible depende del precio del otro. Esto es lo que ocurre en las sociedades seudodemocráticas, en las que el horizonte de criminalidad, delincuencia, desbordes y violencia configuran su entorno cultural.

La tesis de este libro ha sido trabajada durante tres décadas, en congresos, seminarios, conferencias y comunicaciones en la prensa. Este desarrollo también se vislumbra en los otros libros del autor.


Guillermo Maci ha elaborado sus ideas a partir de reflexiones en el campo de la filosofía y la epistemología. Se dedicó al estudio del griego, la Filosofía Moderna y la Ética. Fue profesor titular en la Universidad de Buenos Aires, Mar del Plata y decano de la Facultad de Filosofía del Litoral; profesor titular de Epistemología Psicoanalítica en la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires y también en diversas instituciones psicoanalíticas. Su campo de investigación ha sido la problemática psicoanalítica ligada a la filosofía, epistemología, lógica, lingüística y antropología. En 1975 fue nombrado Miembro Académico del Departamento de Filosofía de la Academia Nacional de Ciencias. Fue candidato a Diputado Nacional por Unión por Todos y miembro fundador de IDEAR (Centro de Estudios Políticos de Convergencia Suprapartidaria). En 2009 fue designado Profesor Honorario de la Universidad del Salvador, en reconocimiento por sus aportes y trayectoria. Sus libros son: La Otra Escena de lo Real (1979), Repetición Significante (1983), El Objeto y el Otro (1987), El Ojo y la Escena (1999), Yo Mismo y yo (Letra Viva, 2000), Breviario de Drogodependencia (con J.A. Yaría, 2009).

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