REDES SOCIALES. Por Elina Dabas

De las organizaciones verticales aisladas a la acción colectiva de sujetos sociales responsables.

La cuestión social hoy en día se dirime en términos de explorar la capacidad de una sociedad para experimentar el enigma de la cohesión, conjurando de este modo el riesgo de su fractura. Quiero introducir la posibilidad de pensar, esperanzadamente, en una vida distinta a la que hoy tiene la mayoría de los argentinos y latinoamericanos, aunque no excluyo a los de otras latitudes. Guiada por el deseo de un mundo en el que quepan todos, es menester que consideremos las diferencias sociales, culturales y económicas que, lejos de enriquecer a través de la posibilidad de la diversidad, conducen a situaciones de inequidad dolorosas. La noción de igualdad del hombre, en abstracto, ha generado una idea de igualdad formal que nos conduce a olvidarnos de las desigualdades reales, contribuyendo además a apoyar el poder que somete. Hoy es importante que podamos referirnos a la equidad, como a la posibilidad de justicia en una misma comunidad con historias y culturas diversas. Me gustaría concluir con la visión de que otro mundo es posible.


"La Institución" y las organizaciones:

En diversos contextos, y no sólo en el latinoamericano, las instituciones sufren de creciente descrédito. En nuestro medio en particular se hace muy evidente la crisis entre la concepción que rigió en el origen de las instituciones y la situación actual. La institución, como modo de organización social, fue concebida en el marco del proyecto del Estado - Nación y recibió como misión la formación del ciudadano para que pudiera convivir en el mismo. Dichas instituciones se concebían como disciplinarias, dando lugar al surgimiento de instituciones correctivas. Aquel que no se disciplinaba a través de ellas, se hacia pasible de diversas formas de castigo hasta llegar al sistema de reclusión. El Estado - Nación significó la consolidación de la modernización capitalista que pretendía conciliar las demandas de unidad política de las diversas clases sociales con las necesidades de desarrollo económico. Para poder funcionar de este modo, fundamentó la producción de subjetividad en las instituciones sociales, las cuales poseían un lugar claramente delimitado. La familia, la escuela, la fábrica, el ejército, suponían reflejar formas más o menos fijas y constantes de formar sujetos. Sin embargo, éstas instituciones del "deber ser" se encarnaron en organizaciones habitadas por sujetos, ubicadas en contextos diversos, atravesadas por procesos históricos. A lo largo de su devenir, estas organizaciones sostienen el debate acerca de cómo cumplir con esa misión, misión que es permanentemente cuestionada desde la perspectiva del mandato, porque existen sujetos y contextos diversos. La institución, desde nuestra perspectiva, es portadora del instituido, de un mandato para llevarlo a cabo con personas que son concebidas como todas iguales, con parámetros de normalidad que se tienen que alcanzar independientemente de ellas, independientemente del contexto, independientemente de la historia. Asistimos a un momento en que el Estado fue dejando de ser el articulador simbólico de la formación ciudadana produciendo lo que habitualmente mencionamos como "crisis de las instituciones". Esta crisis se hace visible porque las instituciones ven vaciado el contenido instituido de la misión preestablecida. Sin embargo, no podemos negar que las instituciones producen sujetos pero ha cambiado el ámbito de producción. Se ha pasado de la lógica de los muros a la de todo el terreno social. Considerando esta distinción que realizamos entre institución y organizaciones, diremos que trabajamos con organizaciones: educativas, de salud, comunitarias, empresariales, atravesadas por la misión institucional. Entonces la organización es la posible, la que supimos conseguir y en esa organización entran a jugar los diversos sujetos, el contexto, el proceso histórico de esa organización en ese barrio, en esa comunidad, en ese país, en esa historia, en esos acontecimientos que se van realizando. Los escenarios creados, como el descripto más arriba, rompen el mandato que portan las instituciones. Creadas como ámbito de disciplinamiento de los ciudadanos para poder vivir en Estado, la dificultad de cumplimiento se penaba de formas diversas hasta llegar a la reclusión. En esta nueva sociedad que estamos viviendo, la pena mayor es la exclusión. Poder pensar en organizaciones es poder pensar en movimientos vitales. Resulta entonces interesante poder ampliar la noción de organización.

La organización es la disposición de relaciones entre componentes o individuos que produce una unidad compleja o sistema, dotado de cualidades desconocidas en el nivel de los componentes o individuos. La organización une de forma interrelacional elementos o eventos o individuos diversos que a partir de ahí se convierten en los componentes de un todo. Asegura solidaridad y solidez relativa a estas uniones, asegura, pues, al sistema una cierta posibilidad de duración a pesar de las perturbaciones aleatorias. La organización, pues: transforma, produce, reúne, mantiene, sostiene. La idea de organización y la idea de sistema no solamente siguen siendo embrionarias, sino que muchas veces aparecen disociadas. Propondremos asociarlas, puesto que el sistema es el carácter fenoménico y global que toman las interrelaciones cuya disposición constituye la organización del sistema. Los dos conceptos están unidos por el de interrelación: toda interrelación dotada de cierta estabilidad o regularidad toma carácter organizacional y produce un sistema. Hay pues, una reciprocidad circular entre estos tres términos: interrelación, organización, sistema. Nos encontramos entonces con modalidades de organización que pretenden alejarse del centralismo piramidal: como desarrollar prácticas que recuperen la experiencia de pertenencia y abran nuevas alternativas de organización; como potenciar organizaciones como redes y trabajando en red. Es una tarea permanente con otros de reflexión en la acción, de recuperación de la experiencia, en la práctica social de cada día donde visualizaremos la diferencia.

Las redes preexisten a nuestra llegada; nosotros no las creamos. Enfatizo que tenemos la posibilidad de tornarlas visible porque éstas preexisten a nuestra llegada, a nuestra intervención, ya que constituyen la trama que entreteje la vida. Me resulta estimulante poder pensar -casi como una metáfora- un descubrimiento muy importante del campo de la biología, realizado a fines del siglo XIX y publicado a principios del siglo XX. Esta disciplina planteó que dondequiera que encontremos seres vivos, podremos observar que sus componentes están dispuestos en forma de red. Si somos capaces de visibilizar redes, vemos vida. Si coartamos o disminuimos las posibilidades de vinculación, la restringimos ¿Cómo pensamos las redes?

La forma RED SOCIAL implica un proceso de construcción permanente tanto singular como colectivo, que acontece en múltiples espacios y (a) sincrónicamente. Podemos pensarla como un sistema abierto, multicéntrico y heterárquico, a través de la interacción permanente, el intercambio dinámico y diverso entre los actores de un colectivo (familia, equipo de trabajo, barrio, organización, tal como el hospital, la escuela, la asociación de profesionales, el centro comunitario, entre otros) y con integrantes de otros colectivos, posibilita la potencialización de los recursos que poseen y la creación de alternativas novedosas para fortalecer la trama de la vida. Cada miembro del colectivo se enriquece a través de las múltiples relaciones que cada uno de los otros desarrolla, optimizando los aprendizajes al ser éstos socialmente compartidos (Dabas, 2002)

El mundo no "es tal como nos es dado" sino que lo construimos entre todos y esto nos coloca en situaciones de responsabilidades compartidas.

Entonces, esto nos enfrenta al desafío de pensar como pasamos de las decisiones por mayoría a la generación de consenso; de las estrategias de intervención a estrategias cooperativas que promuevan ligaduras; del orden preestablecido a una organización coordinada.

Desde esta perspectiva no podemos soslayar el cambio en los valores que la sustentan. Nos alejamos del predominio de la expansión, competición y dominación para ir acercándonos a la conservación, cooperación y asociación. Aún más, el trabajo con enfoque de red nos coloca en la difícil posición de cómo intervenir en un río que fluye permanentemente, donde no es el fluir el obstáculo sino ser concientes del riesgo de interrumpir su caudal.

Evidentemente se introduce un desafío para la gestión en las organizaciones cuando se intenta trabajar desde éstas pensadas como redes. Hay algunos caminos transitados, pero en realidad se trata de pensar y actuar desde un enfoque que implica atravesar un proceso de desadaptación de modelos adquiridos, no siempre sencillo de realizar. Muchas de nuestras acciones son impredictibles, azarosas, coyunturales. Dependen del encuentro con los otros, de la posibilidad de recorrer el territorio. Pero nos acompaña siempre una certeza: la confianza en la capacidad de las personas, el registro claro de que nadie puede solo y un animarse a abrir ventanas, transitar senderos, explorar hendijas.

1 comentario:

Doris Villar dijo...

Nos encontramos con Elina en un curso de 1993 en la UNGS sobre redes. Ha sido tan productivo ese encuentro que como dijo en aquel entonces Dabas "uno es lo que deviene" y a partir de su claridad expositiva, su experiencia y su legado "devine enredada,capacitadora en el tema.Investigando en la accion. Gracias Elina, por tu complejidad y simplicidad tan bien avenidas. Desde entonces y hasta la fecha sigo andando en la trama....